Desde las entrañas del horror (Initium).
“... Y bajo su atenta mirada civilizaciones brotaron, florecieron y marchitaron. Y se agita y palpita a través de los evos en espera del tiempo que una vez fue”
‘Las Ambiciones Hieráticas’, Dimitri Dementiev Bondarevski (1808-¿?)
No sabría decir con seguridad el tiempo que llevaba caminando bajo la lluvia, aquella fria noche, podían ser cinco minutos o toda una eternidad. Estaba tan absorto en mis pensamientos que el tiempo era irrelevante para mi.
Me detuve en el puente que da acceso a la parte oeste de la ciudad, un puente famoso por ser el preferido de los infelices que pretenden poner punto y final a sus mediocres existencias y clavé la mirada en el infinito.
Me apoyé sobre la barandilla y encendí el último pitillo que me quedaba, estaba calado hasta los huesos aunque, por suerte, la lluvia estaba cesando. Metí la mano en el bolsillo de mi abrigo para guardar el encendedor y mis dedos se toparon con algo duro, metálico... era la placa que había estado sobre la mesa de mi despacho, en la Universidad de Miskatonic, durante dos largos años... “James F. Durham” leí en voz baja con un tono entre interesante y de burla..
Esa misma tarde me habían dado la noticia, “Mr Durham lo sentimos mucho pero la universidad ha decidido que lo mejor para mantener nuestro respetable nombre es prescindir de sus servicios”. ¡Que hipócritas!, cogí la placa con fuerza y la lancé al agua. Al caer hizo que el reflejo de la Luna desapareciera durante unos instantes y mientras se iba estabilizando yo ya no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera ella.
La ultima vez que la había visto había sido bajo una luna idéntica hacía, ya, dos interminables años. Ella había sido la razón por la que me había venido a vivir a Miskatonic, bueno, ella y que justamente había heredado una casa en las afueras de un pariente lejano que no tenía más descendencia.
Desde entonces había estado dando clase de historia en la universidad y aunque lo había intentado con todas mis fuerzas todavía no había conseguido apartar su recuerdo de mi mente, cada vez que cerraba los ojos ahí estaba ella.
Oficialmente me habían despedido por un supuesto affair con una alumna, pero yo sabía que la realidad tenía más que ver con aquella extraña piedra tallada, que había encontrado en el escritorio de mi nueva casa, y las pesquisas que había llevado a cabo gracias a ciertos volúmenes que atesora la biblioteca de la universidad.
La universidad de Miskatonic es famosa por albergar rarísimas ediciones e incluso textos únicos dedicados a oscuros y ancestrales cultos. Libros como Las Ambiciones Hieráticas del ruso loco Dimitri Dementiev Bondarevski, Demonomanía del excéntrico aristócrata Sir Lawrence Count de Ville o Die Struddle Kult del miembro de la sociedad secreta Thule, Yorch Von Helvete sólo se pueden consultar perteneciendo al clautro de la universidad o como un favor especial que rara vez se concede.
Ahora ya no tenía acceso a la biblioteca y mis investigaciones se habían visto truncadas, ¿quién y porqué estaba interesado en que no siguiera adelante?, estaba claro que aquel asunto apestaba y eso no había conseguido que mi interes sobre el tema disminuyese si no que no podía dejar de darle vueltas.
Y con ese pensamiento y el rostro de ella clavado en mi mente me fui alejando lentamente mientras la lluvia volvía a caer con intensidad...
Bueno, espero que les haya gustado la primera entrega... muy pronto disponible la segunda a cargo de Lorenzombie.
‘Las Ambiciones Hieráticas’, Dimitri Dementiev Bondarevski (1808-¿?)
No sabría decir con seguridad el tiempo que llevaba caminando bajo la lluvia, aquella fria noche, podían ser cinco minutos o toda una eternidad. Estaba tan absorto en mis pensamientos que el tiempo era irrelevante para mi.
Me detuve en el puente que da acceso a la parte oeste de la ciudad, un puente famoso por ser el preferido de los infelices que pretenden poner punto y final a sus mediocres existencias y clavé la mirada en el infinito.
Me apoyé sobre la barandilla y encendí el último pitillo que me quedaba, estaba calado hasta los huesos aunque, por suerte, la lluvia estaba cesando. Metí la mano en el bolsillo de mi abrigo para guardar el encendedor y mis dedos se toparon con algo duro, metálico... era la placa que había estado sobre la mesa de mi despacho, en la Universidad de Miskatonic, durante dos largos años... “James F. Durham” leí en voz baja con un tono entre interesante y de burla..
Esa misma tarde me habían dado la noticia, “Mr Durham lo sentimos mucho pero la universidad ha decidido que lo mejor para mantener nuestro respetable nombre es prescindir de sus servicios”. ¡Que hipócritas!, cogí la placa con fuerza y la lancé al agua. Al caer hizo que el reflejo de la Luna desapareciera durante unos instantes y mientras se iba estabilizando yo ya no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera ella.
La ultima vez que la había visto había sido bajo una luna idéntica hacía, ya, dos interminables años. Ella había sido la razón por la que me había venido a vivir a Miskatonic, bueno, ella y que justamente había heredado una casa en las afueras de un pariente lejano que no tenía más descendencia.
Desde entonces había estado dando clase de historia en la universidad y aunque lo había intentado con todas mis fuerzas todavía no había conseguido apartar su recuerdo de mi mente, cada vez que cerraba los ojos ahí estaba ella.
Oficialmente me habían despedido por un supuesto affair con una alumna, pero yo sabía que la realidad tenía más que ver con aquella extraña piedra tallada, que había encontrado en el escritorio de mi nueva casa, y las pesquisas que había llevado a cabo gracias a ciertos volúmenes que atesora la biblioteca de la universidad.
La universidad de Miskatonic es famosa por albergar rarísimas ediciones e incluso textos únicos dedicados a oscuros y ancestrales cultos. Libros como Las Ambiciones Hieráticas del ruso loco Dimitri Dementiev Bondarevski, Demonomanía del excéntrico aristócrata Sir Lawrence Count de Ville o Die Struddle Kult del miembro de la sociedad secreta Thule, Yorch Von Helvete sólo se pueden consultar perteneciendo al clautro de la universidad o como un favor especial que rara vez se concede.
Ahora ya no tenía acceso a la biblioteca y mis investigaciones se habían visto truncadas, ¿quién y porqué estaba interesado en que no siguiera adelante?, estaba claro que aquel asunto apestaba y eso no había conseguido que mi interes sobre el tema disminuyese si no que no podía dejar de darle vueltas.
Y con ese pensamiento y el rostro de ella clavado en mi mente me fui alejando lentamente mientras la lluvia volvía a caer con intensidad...
Bueno, espero que les haya gustado la primera entrega... muy pronto disponible la segunda a cargo de Lorenzombie.
5 Comments:
plas plas plas, bravo! quiero que siga ya!!! Con este pequeño post habéis conseguido atraparme (soy un chico fácil)
Muchas gracias Capitán Lillo, intentaremos superarnos en futuras entregas.
Es muy bueno, no esperaba menos de tí. ¿así que el ruso loco Dimitri Dementiev Bondarevski? jajajaja
¿sir lawrence Count de ville? jajajajajaja, me encanta
pues yo debo ser tan fácil como el capitan lillo porque esto tambien deseando leer la segunda parte, no nos hagáis esperar mucho!!!
me ha gustado mucho en serio!!!
que intringulis con la piedra esa!!
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