El placer de la lectura...

Ayer noche me pasó un cosa curiosa cuando caminaba hacia mi casa por las calles vacías.

Iba yo abstraído en mis pensamientos cuando, en la Plaza Zaragoza, al lado del Fotomatón, se me apareció el Santo Cristo de los Milagros sobre una nube de rayos iridiscentes acompañado de María Magdalena, San Juan Evangelista, los doce apóstoles y una corte de unos doscientos o trescientos ángeles celestiales. Esta espectacular estampa me iluminaba directamente a mí con una luz dorada que transmitía calidez y seguridad, se trataba de un espectáculo tan candoroso y bello que ni siquiera las palabras más hermosas combinadas de la manera más dulce podrían hacerle justicia. El Santo Cristo tenía la piel tan blanca como el mármol de Carrara, y una mirada tan cristalina y convincente que sólo se podría comparar con la de Pedro Piqueras. Alzó su mano mostrándome los estigmas y habló con una voz tan dulce y melodiosa que, al escucharla, creí levitar unos centímetros... aquel sonido prodigioso, hermoso y lleno de matices me ordenó que hiciese una sección en el blog sobre "colectivos poco recomendables" y que comenzase , en concreto, por: La gente que lee libros.

Los habituales ya sabéis también que Los Secuestradores de Iones estamos abiertos a las sugerencias de nuestros lectores, y que recibimos vuestras propuestas con cariño, entusiasmo y hacemos todo lo posible por haceros partícipes del blog, que es tan nuestro, como vuestro. Además tenemos una gran relación con las deidades religiosas en general, y con Dios Padre en particular, así que no le podemos hacer un feo a su hijo, así pues, allá vamos:

La 'gente que lee' es gente retorcida y egoísta por definición... ahí están, en silencio, recorriendo las páginas con sus pequeños ojos, escondidos tras sus gafas, imáginando y disfrutando con sibilino deleite del hecho de "estar leyendo" más de que la lectura en sí misma.

Siempre nos han hablado de la lectura como algo bueno, pero ésta es una afirmación que se da por válida de una manera un tanto ligera, ya que nada demuestra que el hecho de estar más cultivado intelectualmente te convierta en mejor persona, todos conocemos a Sardá, ¿no? El otro día en un gran árticulo LuisGé Martín afirmaba en El País que la lectura podía ser considerada "dañina, que resabia" y también hacía mención al Quijote (considerada por casi todo el planeta como la obra cumbre de la literatura occidental) haciendo la certera afirmación de que en la novela el protagonista (que es el que devora libros) es el que provoca todos los problemas, y que el analfabeto (que no ha visto un libro en toda su vida) es el que soluciona las cosas. Parece irónico que la que es, para muchos, la más grande de las novelas de la historia haga un alegato tan claro en contra de la propia lectura... cosas veredes, amigo Sancho.

Llegados a este punto nos gustaría diferenciar y analizar varios tipos de lectores, porque no todos los lectores nos merecen el mismo nivel de repulsión;

Los que leen en público son exhibicionistas de la peor calaña, disfrutan siendo vistos perdiéndo su mirada entre las líneas, dejándo de leer y entregándose al placer máximo de sentirse interesantes a los ojos de la plebe que les observa. Apostaría mi dermis a que al menos el cincuenta por ciento de las personas que llevan un libro en el Metro de Barcelona simplemente lo abre, y mira el interior fijamente sin leer ni una miserable línea. Este lamentable tipo de gente no se merece ni siquiera un salivazo en la cara, pero no podemos considerarlos "lectores" propiamente dichos porque su esencia real es la de "fantasma", ya que su objetivo no es leer, sino "ser admirado por sus interesantes aficiones". Así pues, estos tipos serán juzgados y catalogados cuando analicemos al colectivo "Gente que gusta de aparentar".

La gente que disfruta de la lectura en solitario, de manera individual, en la intimidad de su casa, en la cama antes de dormir... esa es la gente que debéis temer. Porque son gente egoísta que tan sólo piensa en sí misma, en enriquecer su mente, dejando a los demás de lado (o atrás, que es lo que ellos piensan).

Desde Los Secuestradores de Iones nos vemos inmersos en la cruzada de darle la vuelta a la tortilla y convertir el acto de leer en un acto de generosidad. La solución está al alcance de las manos de cualquiera de ustedes, tan sólo hay que cambiar un pequeño detalle, en lugar de leer para uno mismo lean en voz alta! Asegúrense de que alguien les escuche, si la lectura es tan enriquecedora nadie podrá rechazar el placer de escuchar la prosa de Faulkner o los dramas elitistas de Scott-Fitzgerald.

Desde estas líneas (que ya deberían estar atronando el patio de vecinos) os animaos fervientemente a que susurreís los versos de Espronceda a vuestro compañero de asiento del autobus y a que hagáis padecer al vecino de arriba con las desventuras marineras del bueno de Joseph Conrad, cantadas a voz en grito. Sigan nuestra premisa y compartan con su entorno las maravillosas experiencias que la lectura nos ofrece!