Aviso para navegantes: este post es larguísimo, así que si os consideráis lectores perezosos os recomiendo que os miréis un rato el post de arriba, tiene dos fotos, y apenas tiene texto! Para que luego digáis que no me preocupo de vosotros, eh?
Este megapost trata de lo rastrera e inhumana que resulta toda la industria del entretenimiento, que se aprovecha de la ingenuidad y de las almas sin mácula de los niños prepúberes, púberes y postpúberes para sacarles sin piedad toda su 'semanada' a cambio de productos altamente decepcionantes que simplemente tienen muy buena pinta desde el exterior. Estoy hablando de tebeos, juegos de mesa, revistas, videojuegos, discos... ninguna cabeza queda sobre sus hombros tras la lectura de este artículo.
Cuando yo era un mozalbete como vosotros me compraba tebeos con mucha más frecuencia que ahora, que me da más pereza cagarla y voy siempre a lo seguro comprándome clasicazos. Como buen chaval atolondrado mi paga me duraba en la mano el tiempo justo de recorrer el camino de mi casa al kiosko... hala, a gastar alegremente!
Tampoco penséis que yo era un aventurero; en aquellas épocas, lo mismo me daba que acabase en mis manos un Mortadelo, que un Superlópez que un Zipizape, un Yo, Donald, o un Don Miki. Y en mi estantería siempre abundaron los Astérix o los de Tintín (aunque estos no tanto, maldito soso reportero).
Donald nunca engañaba, un buen tipo... aunque podría ponerse los pantalones.
Hay que aceptar que me arriesgaba pocas veces a comprarme algún comic yankee de Supermán, Batman o (por supuesto éste sí era un valor seguro) Spiderman.
Era normal hacerse un lío con tanta (falsa) variedad, que si la Patrulla X, los Vengadores, La Liga de la Justicia, Lobezno, La Masa, Los Transformers, Conan, los X-Force... todo aquello suponía para mí un auténtico desbarajuste indescifrable!
Pobre de mí, cualquier niño ante toda aquella oferta se hubiese sentido extasiado, pero yo, que soy un tipo sensible y fácilmente impresionable (ya sábeis) me sentía abrumado incapaz de decidirme por ninguno, y acababa por comprarme alguno de mis valores seguros. Y aunque disfrutaba en casa de ellos, no cesaba en repetir hacia mis adentros, la próxima vez me compraré alguno de aquellos cómics "de mayores" (ya ves tú que idiotez, pero para mí lo eran por la sencilla razón de que no eran de risa).
"Uauh, vaya portada, seguro que el interior es igual!"
Pero claro, ¿por dónde empezar? Pues como buen niño impresionable que fui (y soy) lo que me llevaba a comprar un tebeo y no otro eran las portadas. Craso error en el que, inocente de mí, caería en innumerables ocasiones. Esas situaciones se convertían en autenticos dramas para mí porque en muchísimas ocasiones el autor de aquellas maravillosas portadas no se correspondía con el autor del interior, que dibujaba infinitamente peor! Y muchas veces el error era inevitable, porque los malditos tebeos de marvel venían con el plastiquillo que imposibilitaba ojear el interior antes de la compra.
Un niño español no estaba acostumbrado a que le ocurriese aquello porque la industria del tebeo nacional era mucho más honesta en aquel aspecto... nadie nunca vió un Superlópez cuya portada estuviese a cargo de Ibáñez (el de los Mortadelos, para los neófitos), aunque supongo que eso a estas alturas me hubiese encantado.
Ojo, la Kerrang que incluye una review de Chinese Democracy... el verano pasado!
Lo mismo ocurría con muchas revistas rockeras como la Metal Hammer o la Kerrang, que vivían de engañar a niños flipados con los Guns n' Roses o los Metallica. Te la metían doblada con una superportada en la que aparecían Axl y Slash reinando sobre la tierra y las palabras 'entrevista exclusiva' y , una vez gastado tu dinero, te sorprendían con patéticos contenidos como un reportaje sobre la casa que se había comprado Matt Sorum (este caso es tan flagrante como real), ¿se puede saber a quién le importa dónde viva semejante capullo?
Tampoco se libra la Ruta 66, que parece una publicación un poco más seria, que una vez nos sorprendía con una portada en la que aparecían los Hanoi Rocks y una letras enormes en las que ponía ¡Vuelve el sleazy rock!, por supuesto DDBoy y yo nos apresuramos a comprarla sin fijarnos en que en pequeñito ponía la palabra Horreur! y en el interior se dedicaba a despotricar contra los grupos a los que amábamos con todo nuestro corazón. Semejante experiencia de decepción y rabia contenida me lleva a pensar en esta reflexión: Con este tipo de gestos se siembra el campo para que nazcan psicópatas, amigos editores.
Pero no penséis que esto sólo afectaba a los 'raritos' de la música o de los cómics, no... porque también a los numerosos amantes del balonpie se la jugaban de mala manera todos los años. Lamento despertaros del sueño, pero el álbum de cromos oficial de la liga era el engañabobos definitivo! La sugerente portada estaba ilustrada con alguna increíble instantánea de dos jugadores (del Madrid y el Barça, habitualmente) pugnando por un balón, un bonito cebo para descubrir luego que la colección consistía el aburridísimos retratos frontales de jugadores de primera y segunda división. ¿Dónde estaban aquellas imágenes espectaculares que todos deseábamos? Supongo que el momento de conseguir a Laudrup sería excitante, pero me niego a creer que poseer un retrato de la cara sonriente de Mikel Lasa (o del Tato Abadía) era lo que un niño esperaba de aquella colección.
"¿qué le hace tanta gracia a Peter Beardsley?"
¿Y qué decir del Imperio Cobra? ¿O aquel juego de la Calle Morgue? Tampoco la industria juguetera se libra del rapapolvo, porque los dibujos de la caja prometían momentos de diversión extrema en mundos increíbles llenos de misterio y aventura... y la cruda realidad nos ofrecía juegos que eran simplemente aburridos. Aunque de este tema en concreto ya nos habló Viruete hace algún tiempo en un artículo, creo recordar, así que no voy a alargarme para escribir sobre algo que alguien ya lo ha hecho mejor. El Imperio Coñazo
Pero si alguien se lleva la palma en estos asuntos de promesas incumplidas son sin duda las carátulas de videojuegos del Spectrum, Amstrad y demás ordenadores primitivos... Recuerdo tener la caja en mis manos del Drazen Petrovic Basket, con una hermosa ilustración de la cara sonriente del genio de Síbenik y un par de momentos en acción superando a enormes pivots... recuerdo admirar los gráficos que te prometían en la parte de atrás de la caja (que luego eran para ordenadores más potentes) recuerdo esperar con infinita paciencia y una ilusión sincera mientras se cargaba (una eternidad) para encontrarme con esto:
¿Seguro que se trata de un juego de basket?
Por no hablar del juego de Magic, en cuya portada aparecía Earvin Magic Johnson, vestido de dorado y púrpura, cual Dios hecho hombre, sonriente, botando el balón, capaz de todo en una pista de basket (y por lo visto fuera también) y luego te encontrabas un juego de baloncesto aburridísimo, injugable en el que ni siquiera aparecían cinco jugadores, si no tan sólo dos por equipo, y que además de ser pocos caminaban como si tuviesen joroba. Aghs! Menos mal que éste no lo compré porque, sin duda, me hubiese creado un trauma mayor que el que tuve al conocer los vicios del bueno de Earvin.
Ahora ya somos mayores y siguen engañándonos igual, lo que pasa es que hacemos como que no nos damos cuenta para vivir más tranquilos. Sin ir más lejos al Capitán Lillo y a mí nos engañaron con el cartel de la peli Bosque de Sombras, que era muy chulo, y luego la peli no valía ni para escupir en ella (bueno, al Lillo creo que no le disgustó). O por ejemplo nos venden el nuevo Pro evolution soccer como si fuese un avance de la hostia, y nosotros no notamos apenas diferencia, pero callamos y aceptamos que debe de ser mucho mejor que el anterior.
"Voy a echarle un ojo a este libro que me han dicho que es bueno..."
También nos engañan las contraportadas de todos los libros, que nos convencen de que estamos leyendo lo que luego se convertirá en un clásico "no me extrañaría que este año le diesen al Pulitzer" y tal. Pero como nos hemos gastado mucho más dinero que cuando eramos críos, y se nos supone una mayor madurez... pues evitamos la pataleta y hacemos como que el libro no era malo y a otra cosa, mariposa.
No me negaréis que no es bonito este pacto al que hemos llegado de autoengañarnos todos ¿verdad?
...
Ah! Por cierto, dicen que Chinese Democracy sale el 12 de febrero!