El otro día en otro blog me preguntaron por mi libro preferido y yo respondí con dos títulos; uno de ellos era
La espuma de los días (
Boris Vian,1946), y mi amiguete
Victor se animó a leerlo, pasados unos días me dijo que era una ponzoña y que si lo había recomendado en broma para tomarles el pelo. Pues ya lo siento,
Victor, lo recomendé totalmente en serio.
No soy el único al que le gusta, de hecho fue finalista en su momento del
Prix de la plèiade y
en 1960 ya llevaba un millón de copias vendidas (que es una autentica barbaridad) ahora, en 2006 no sé cuantos ejemplares habrá vendido, pero es considerado como
una obra cumbre de la literatura moderna.
Boris Vian era un genio tarado, si hubiese sido pobre, hubiese ido de cabeza al manicomio pero tubo la suerte de nacer en una familia adinerada y de ser considerado un excéntrico, siempre será recordado por su faceta literaria pero
Boris Vian destacó como
escritor, trompetista, cantautor, crítico de jazz, ingeniero, traductor, activista y Sátrapa de la escuela de Patafísica (un título que otorgaban los Surrealistas de París, aunque a nadie, salvo al autor que nos ocupa se lo dieron en vida).
Boris Vian escribe de una manera totalmente personal, y tiene dos vertientes totalmente distintas, ambas dos igual de cojonudas y entretenidas:
Por un lado escribe novelas negras, llenas de
violencia y crudeza, con mucho
alcohol, cinismo, misoginia, sangre, sudor y un sentido del humor negrísimo... con estas novelas consiguió un gran éxito de ventas e incluso llegaron a llevar una de ellas
Escupiré sobre vuestras tumbas al cine, aunque a él no le hacía ni puñetera gracia la idea.
Pertenecen a este estilo la ya nombrada
Escupiré sobre vuestras tumbas,
Con las mujeres no hay manera,
Que se mueran los feos,
El Arrancacorazones... todas ellas, sobre todo la primera muy, muy, muy recomendables.
Su otra manera de escribir le lleva por
otros caminos totalmente distintos, se trata de elegantes novelas absurdas y surrealistas, que rozan la poesía aunque sin olvidarse de su humor negro y de un cinismo muy elegante... la verdad es que estas novelas son difíciles de describir con palabras, lo
mejor es leerlas: la más aclamada, y ya por derecho propio un clásico de la literatura es
La Espuma de los días, pero
El Otoño en Pekín (que ni ocurre en Otoño ni se desarrolla en Pekín),
La Hierba Roja y el libro de relatos
El Lobo-Hombre (relato que inspiró la creación de la canción
Lobo-hombre en París, de
La Unión) son gloriosos ejemplos de esta vertiente de
Vian.
Boris Vian falleció a los 39 años un rato después de ver la adaptación al cine de
Escupiré sobre vuestras tumbas, no le debió gustar mucho, se debió alterar y la palmó, porque era enfermo del corazón y nunca se cuidó nada.
Le gustaba la noche de París más que a un tonto un lápiz, cuando
Miles Davis, Duke Ellington o Charlie Parker (tres de las más grandes figuras de la historia del Jazz) iban a París, él les acogía en su casa y tocaban todos juntos... el propio
Vian era un virtuoso de la trompeta. De hecho, grabó cinco discos, más cuatrocientas canciones, e incluso dos óperas y
El Desertor (una canción suya) es considerada en Francia una canción pacifista tan típica como el
Imagine de
Lennon.
Bueno, pues eso, que hay gente que hace algo con su vida aparte de salir a ponerse borracho al
puto Particular.
(nota a mi gente: si queréis alguno de estos libros o algún disco, sólo tenéis que pedírmelos, que os los prestaré encantado.)